En la actualidad el concepto de reproductor de música portátil que empezó con los Walkman de SONY y evoluciono en los reproductores MP3 con el famoso iPod a la cabeza ha desaparecido del mercado de masas. Sin embargo, este tipo de dispositivos sigue existiendo en el mercado, pero se han quedado solo para un nicho. ¿Qué es lo que llevo a la desaparición de los reproductores de música portátiles? Descubrámoslo.
Los primeros dispositivos de música portátiles basados en memoria flash recibieron el nombre de reproductores MP3 por el hecho que tenían tan poca capacidad, en forma de decenas de megabytes, que las canciones se tenían que almacenar en dicho formato y con un bitrate muy bajo. Por lo que la calidad de estos dispositivos no era muy buena, pero nos permitía llevar varios álbumes de música en nuestro bolsillo. La paradoja es que a día de hoy se han revertido las tornas y es que ante el reemplazo de estos por los teléfonos móviles han tenido que buscar una justificación para subsistir, la cual es precisamente una mayor calidad de audio.
La desaparición del reproductor de música portátil
Una gran mayoría de las personas que verás cada día mientras caminas por la calle y que tienen unos auriculares puestos será por el hecho de que los han conectado a un teléfono móvil. Esto es debido a que este les da la suficiente calidad para disfrutar de sus canciones favoritas. Por lo que, en principio, el hecho de tener un reproductor de música portátil, pues que no es algo que sea necesario. Sin embargo, todo ello viene de un mal entendimiento de la situación. Apple que tenía el reproductor de música portátil más vendido, el iPod, lanzó el iPhone como una continuación del iPod y uno hacía la competencia al otro. Por lo que era necesario pasar página para ellos y dejar de promocionarlo.
El siguiente paso que vimos fue la aparición de las aplicaciones de canciones bajo demanda a través de internet, lo cual supone el ahorro de los chips de memoria flash. Claro está que es necesario tener una conexión a datos para poder escuchar las canciones requiere del uso de una conexión de datos, algo de lo que carecen los reproductores de música portátiles. Lo que llevo a que su uso fuese cada vez menor hasta desaparecer por completo como producto de masas. A día de hoy son los teléfonos móviles, más que nada por el hecho que la forma de consumo ha cambiado. Antes nos pasábamos al tiempo cargando canciones a nuestro ordenador y de ahí al reproductor. El streaming es más cómodo al solo tener que buscar la canción y aplicaciones como Spotify han reemplazado a otras como iTunes.
La maldición del suficientemente bueno
En la historia de la tecnología hemos visto como tecnologías punteras que lideraban el mercado han desaparecido de un día para otro. Esto ocurre cuando una tecnología que permite hacer la misma tarea de forma más accesible aparece en el mercado. Cuando salieron los reproductores MP3 con la ventaja de poder llevar decenas de canciones en el bolsillo al público no le importo la peor calidad de sonido. ¿La reacción del mercado ya establecido? El Super Audio CD y el DVD Audio. ¿Os suenan? Normal, fueron un auténtico fracaso comercial.
Pues bien, lo mismo está ocurriendo con los reproductores de música portátil, se han movido a la gama alta para los melómanos, un mercado muy limitado y a las que no les importa pagar burradas de hasta 1000 euros por un dispositivo capaz de reproducir canciones con una calidad de sonido mucho mejor. ¿Lo que vemos para el usuario de a pie? No es mejor que lo que tenemos en los teléfonos móviles de gama baja. Es más, lo más inteligente es coger un teléfono móvil viejo sin tarjeta SIM y usarlo como reproductor de música o en su defecto usar nuestro propio móvil, que es lo que hace todo el mundo.